Por si no lo notaron, Paula se compró una troqueladora de mariposas. Y claro, todo papel que estuvo cerca de sus manos, se transformó en mariposa.
De esa forma, se llenó de colores mi escritorio y los restos más inverosímiles de material experimentaron una bella metamorfosis.
Esta madera que alguna vez fue un anotador personalizado se despojó de los vestigios de otros experimentos caseros desmesurados y comenzó a llenarse de mariposas de papel craft.
Por las dudas, por si alguien no sabe a quien pertenece el rincón que ahora decora mi cuadrito, le puse mi inicial en mdf.
Y me senté a mirarlo con satisfacción porque en cinco minutos -y con nada de gasto- personalicé mi escritorio. Compartirlo es una forma de re-encontrarme con todas aquellas que producen frugalmente, en los viernes de Marce. Feliz viernes!