Emprender DIY

Detalles de una boda DIY


No suelo compartir en este espacio ni imágenes ni reflexiones sobre el trabajo que realizo organizando eventos. Sin embargo, desde 2010 esta actividad tiene un espacio importante en mi vida. Nacida de la pura pasión por la decoración, mi Ciruela, nunca tuvo pretensiones. Y aunque me siento orgullosa de los años de supervivencia en un mercado competitivo,  aún está lejos de reconocerse "profesional".

Emprender me demanda horas de vida y  sueño. Afortunadamente es un proyecto compartido con una persona maravillosa, de naturaleza fuerte y pensamiento práctico. Alguien capaz de devolverme a la cruda realidad cuando desmesuro, pero lo suficientemente loca como para acompañarme en un camino que nos es ajeno a ambas por nuestra formación y estilo de vida. Es ajeno pero "es". Y crece.

Lentamente nos abrimos puertas cerradas años atrás. A esta realidad de mi vida emprendedora y a las imágenes que ilustran los detalles DIY dedico mi post de hoy.

No sé de qué me estás hablando. 


Si me visitaste el viernes, reconocerás en la fotografía los centros de mesa para novias DIY  que enseñé entonces. Y los números de mesa imprimibles que improvisamos urgidas por la necesidad de una novia joven y adorable.

Precisamente estos centros de mesa, definen tanto mi visión emprendedora como el conflicto que enfrento a la hora de emprender.

Empecemos por el principio, porque en este caso, el orden de los factores sí altera el producto. Estos centros de mesa definen mi visión como emprendedora porque desde el inicio supe lo que quería: diseño hecho a mano para celebrar.

Como creo que celebrar es una forma de marcar hitos en la historia personal y familiar, quiero crear para mis clientas memorias felices. Desterrando prejuicios porque al oriente del río Uruguay, hay que tener carácter para ofrecerle a una novia usar botellas de salsa de tomate como centros de mesa.

En este sentido, el diseño que propongo roza los extremos de la simplicidad. Exageradamente simple. Mi búsqueda de obviar los lugares comunes y convencer a las uruguayas de que no se necesitan miles de rosas ni cascadas de caireles para decorar una mesa es una tarea apostólica.

Una mesa decorada con cientos flores puede ser hermosa pero no es una condición necesaria en una celebración. Las celebraciones las hacen las personas y si tu fiesta no te identifica, no es tu fiesta. Es una fiesta más.

Por eso me inclino por la decoración hecha a mano, porque puede personalizarse, se alimenta del reciclado y de los detalles inesperados, valora la identidad de quien produce y de quien disfruta del producto terminado. 

¿Sos una emprendedora DIY?


Si te sentiste identificada serías una emprendedora DIY. No sólo por lo producido sino por lo autodidacta en el aprendizaje empresarial. Claro que emprender DIY tiene lo suyo.

De los espacios dedicados al tema, ninguno proyecta una imagen idílica de la vida de quien emprende librado a la buena de Dios en un universo con tantas leyes como excepciones. En los últimos años el discurso del autónomo, los blogs dedicados al marketing digital y el coaching emprendedor se multiplicaron exponencialmente.

Observo este cambio como testigo y sigo con avidez un par de blogs en particular. Me lo contabas hace cinco años y me daba un ataque de risa. Hoy, después de vivir con intensidad tanto los aciertos como los errores, considero que la ayuda de una persona preparada en el tema puede ser esclarecedora para quienes no tienen ni idea de cómo encarar su pasión como un negocio. Porque, de buenas a primeras, no hay nada más difícil que intentar vender un amor.

¿Te suena irracional? Ni sigas. Este post no tiene nada que ver contigo. Ahora, si sentís el eco de las palabras anteriores en la conciencia, sabrás lo difícil que es ponerle números a lo que harías gratis si la vida te diera la oportunidad de alimentarte del aire y vestir a tus hijos de ilusiones.

Vivo un drama interno cada vez que elaboro un presupuesto. Presupuestar es una de las experiencias más ingratas para quien emprende DIY.  Más allá del costo material que tienen los objetos, lo que verdaderamente vale es tu tiempo.

Es tan obvio que me da vergüenza escribirlo. Sin embargo, tengo que hacer ejercicios de respiración profunda antes de sentarme frente al documento en blanco. Donde me apures y argumentes con cierta solvencia, puedo llegar a considerar una regresión a vidas pasadas para re-programarme en este terreno. Porque es un karma transformar en cifras aquella visión de la cual te hablé antes. La ecuación es teóricamente sencilla pero hacerla conciencia...es otra cosa.


Detalles de una boda DIY


Surge el más simple de los ejemplos: armar un centro de mesa con tres recipientes de vidrio reciclados, flores naturales de estación y un número hecho a mano en base a una plantilla descargable es una visión DIY. En teoría son los centros de mesa más frugales que puedas imaginar. Sí.  Ahora viene el pero... 

Hacer treinta números de mesa, decorar con encaje de algodón y cinta de raso treinta contenedores de vidrio, ir a buscar las flores al mercado y armar treinta ramos de lisianthus, sendos de follaje, poner sobre las mesas noventa recipientes previamente llenos de agua -en un espacio que no tiene canilla en el salón pero sí las dimensiones como para albergar trescientas personas- no es soplar y hacer botella. 

Fueron muchas horas de trabajo -antes, durante y después- de tres personas. No de una desmesurada con una visión de negocios poco viable, sino de tres personas. Porque armar un modelo es cuestión de cinco minutos. Ahora, multipliquemos por treinta. Y ya que estamos, pensemos que luego del casorio hay que volver a buscarlos y organizarlos para ser transportados de regreso. Entendiste el punto como si ya lo hubieras vivido, ¿verdad?


Detalles de una boda DIY


Ni te digo si hay que realizar el mismo procedimiento con cientos de platos, copas y servilletas. Este razonamiento es para mí el punto de quiebre de la mentalidad emprendedora DIY:  ¿cuál es el valor de las horas de trabajo hecho a mano? Considerar como "recursos" los "humanos", comprender el tiempo como una variable de inversión -el propio y el ajeno- es mi mayor debilidad.

Aprendizaje permanente.
  

"Viviendo y aprendiendo" dicen por ahí con esa formulación contundente de las verdades obvias. Emprender DIY sin renunciar a la visión original pero dándole su justa retribución económica al trabajo hecho a mano y a las horas invertidas en producción es uno de mis retos para este año.

¿También es el tuyo? Me encantaría conocer tu opinión como emprendedora, porque igualmente cierto es que "compartiendo y aprendiendo."  Te escucho con atención. Feliz comienzo de semana.