Abro con esta entrada, la
primera de las páginas del 2015. Un año de expectativas y proyectos, luego
del limbo vital de los años anteriores. Perder a un ser querido no sólo supone
el dolor de la ausencia sino un proceso de re-organización, durante el cual el núcleo
familiar armoniza los vínculos, las rutinas y los planes de futuro. Se aprende a vivir desde la pérdida sin renunciar a la alegría y a los
pequeños placeres de la vida.
Mezclar y repartir.
No es un secreto que dediqué tiempo a este blog para
vivir a mi manera el proceso de duelo. Pero La Desmesurada es disidente por
naturaleza y se independizó de sus orígenes como sólo ella sabe. Desde entonces, significa para mí un espacio de aprendizaje
constante. Lo creé, escribí, abandoné. Lo retomé, disfruté de formar parte de una comunidad, me
impuse una pausa, tomé impulso, volví a escribir y finalmente, como soy mujer
de causas, me propuse darle un objetivo.
El objetivo de esta nueva etapa es enseñar a escribir desde una perspectiva diferente y con un soporte material que no es el libro sino el hipertexto.
Cumplir con este
fin me motiva a formarme en áreas impensadas para mí, como el lenguaje de programación, por ejemplo.
No porque me motive aprender a programar sino como instrumento
para introducir cambios que mejoren la experiencia del lector en mi página.
O a
improvisar técnicas de SEO, porque con pequeños cambios en la estructura de
un post se optimiza su posicionamiento en Google y la lectura a través de la pantalla. Aprender igualmente sobre herramientas de diseño y edición de
imágenes e investigar, con la honesta intención
de ofrecer mi sello distintivo, los espacios que enseñan a
escribir en línea.
Hay muchos y la mayoría muy buenos. Sin embargo, ninguno explora
específicamente la escritura de un blog desde la perspectiva de las historias. Lo habitual es encontrar expertos en el área comercial que exploran las estrategias de escritura persuasiva.
A mí no me interesa particularmente el copywriting. Escribo desde la persona
que soy y para las personas que se sienten conectadas con mi visión. Es un
vínculo interpersonal, con todas las complejidades que este tipo de relaciones
implica.
Yo tengo una meta.
También un sueño que quiero compartir contigo. Como no
podía ser de otra forma, quiero contarte algo. Este año comenzó de la manera más
particular. Porque si deslizo como al pasar que lo que hice mi primer día de
enero fue cocinar, seguro pensarías, qué novedad, para que tu familia se
alimente es necesario cocinar.
Bueno….Ahí está el punto. Llevo más de treinta
años huyendo airosamente del contacto con el universo gastronómico. Por el
momento, todos tan contentos. Así que si escribo en alguna red social hoy cociné, voy a provocar una reacción en cadena. Incluso es probable que
reciba llamadas consternadas de personas cercanas preocupadas por mi equilibrio mental.
De todos modos, no quisiera confundirte con mi anécdota. Cocinar
no es mi meta para el 2015. Mi meta es
comprometerme a actuar. Pasar de los adverbios a los verbos. Comprometerme a hacer la diferencia y lo
diferente.
No hay nada más diferente a mí misma que planificar un menú familiar. De pronto, la
cocina es tu zona de comodidad. Entonces, te desafío a escribir, a expresar tu vida en palabras. Porque escribir es una actividad terapéutica y liberadora.
Pasar del adverbio al verbo.
Es probable que en el 2015 cometa muchos errores. Los
hiperbólicos erramos por la misma desmesura que nos desborda. Más allá de la convicción del error, que es la
más humana de las convicciones, quiero asegurarme de no reincidir. Me quiero
equivocar diferente.
Asumo el compromiso
del error aquí mismo, haciendo catarsis de mis fallos frecuentes, alentando un diálogo
desdoblado entre mi yo recatado y la desmesurada que me domina en este primer
día del 2015:
Mi naturaleza
reservada y temerosa del ridículo sufre pensando en que alguien conocido me lea. Lucho contra ella y la venzo en la mayoría de los casos, pero la victoria
efímera no la hace menos real.
Entendámonos: para ayudar, si empezaste una cruzada en defensa de la letra escrita, la
timidez no es tu primera opción. Superando las contradicciones mi alma recatada, porque si nadie se entera que estás escribiendo mucho menos se va a interesar en tu propuesta.
- También
tengo un costado perfeccionista y prefiero no hacer que hacer imperfecto. Es la historia de mi vida. Si hago algo y no sale perfecto, no veo el valor de lo hecho
sino lo que no salió como esperaba.
Veo la arruga, la grieta, la disparidad antes
que el objeto en sí mismo.
-
A corregir mi santa:
hecho es mejor que perfecto. Perfecto es un adjetivo y este es tu año de verbos.
No existe la vida sin manchas. La mayoría de los seres humanos somos
gloriosamente imperfectos. Realmente es preferible que te arrepientas de hacer
que de especular.
En fin…
Espero que los días por
venir sean como éste, con quienes quiero, haciendo lo
diferente. Creando. Espero lo mismo para vos y que podamos compartirlo. Deseo que sea. Que no sea perfecto, que
sea.