Una bolsa para los juguetes.

Una bolsa para los juguetes.

Coherente con el tema de la semana: la arpillera en la decoración , mi creación frugal para este viernes es una bolsa de arpillera para guardar los juguetes de Camilo. Para todas las que tienen -o tuvieron- niños, hay una realidad inexcusable: con los años, la cantidad de juguetes se multiplica exponencialmente. Llega un momento en el que la convivencia con las piezas de plástico es invasiva. Están por todas partes, las piso cuando camino dormida (ayer dejé rengo al Hombre Araña. Sorry Peter, con un gran don, llega una gran responsabilidad), me encuentro animales de granja nadando en la ducha y dormimos entre Miguel Angel y Leonardo (no, no son alusiones artísticas. Son "Las tortugas ninja"). 

Una bolsa para los juguetes.

Así nacieron estas bolsas,  en el empeño de mantener el orden aunque solo sea por el rato en el que Camilo está en el jardín. Apurada por terminar, las llené de juguetes y me pronuncié en voz alta: "En otro momento les estampo unos números". Por lo visto, la madre de esta desmesurada escuchó con pena mi magro intento de mantener el orden con estilo y llegó tres horas más tarde con dos de estos canastos.

Una bolsa para los juguetes.

Me gustaron espontáneamente, lo que demuestra la certeza de la intuición maternal: no eligió unas vistosas bolsas con diseños "Disney" para el nieto, eligió unas vistosas bolsas de arpillera y estampa vintage para entusiasmar a la hija. 

Una bolsa para los juguetes.

Me animo a especular que tuvo una simple razón: después de tantos años juntas, sabe que los objetos que no me gustan encuentran de forma milagrosa otro dueño necesitado precisamente de "eso" o son víctimas de inexplicables accidentes domésticos que los condenan a la inutilidad y el olvido. Sabia la señora.

Una bolsa para los juguetes.

De todos modos, el niño de la familia también estaba feliz con sus canastos. Casi tanto como yo...