Un antes desalentador: El escritorio.

Un antes desalentador: El escritorio.

Esta imagen refleja el estado de mi escritorio cuando volvimos a casa. En estos meses ha sido la habitación más mutable ya que con la pérdida de mi taller , todos los materiales (contenedores, vajilla, manteles y demás parafernalia para armar una fiesta Ciruela) encontraron su lugar en este espacio reducido. Y en los roperos y en el bajo mesada y debajo de la parrilla del patio... 

Un antes desalentador: El escritorio.

Todavía sigo buscando soluciones de espacio provisorias porque la más obvia -como la construcción a medida de un mueble de guardado (en el espacio que se observa en la siguiente fotografía) todavía la estoy meditando.

Un antes desalentador: El escritorio.

Afortunadamente tengo una virtud heredada de algún antepasado que desconozco (porque los conocidos son bastante pesimistas) y puedo proyectar sin desesperación y detenerme en medio del caos estético para pensar que, "cuando termine, va a ser como me lo imaginé o mejor".  Por eso, cuando todo estaba "patas para arriba" y teníamos pendientes las mejoras estructurales más urgentes, surgió el amor desmesurado y me compré mi mesa art-decó. En mi caso el ciclo de las decisiones para el hogar funciona de esta manera: puedo meditar por meses la construcción de un simple par de estantes pero cuando me enamoro del carácter de un mueble, ni lo medito ni lo consulto y la mayoría de las veces actúo imprudentemente. Así fue con ella... 

Un antes desalentador: El escritorio.

Estaba un poco estropeada y con leves lesiones de polilla en las patas, pero tenía el diseño y la solidez característica de este tipo de muebles. Entrarla a la casa fue un problema, porque si bien tenía el tamaño ideal para el uso al que estaba destinada, no era el tamaño ideal para entrar por la puerta del frente! Y como estaba sola con mis pensamientos -y sin ninguna herramienta física- cuando me la entregaron, recuerdo con poco cariño nuestro primer encuentro.

Un antes desalentador: El escritorio.

No crean, soy una mujer de recursos. Finalmente, la mesa entró y me encanta: la traté con un producto especial para la polilla y la lustré. Nuestro romance sigue hasta el día de hoy, aunque producto de la violencia del día en que nos conocimos, la  tapa está un poco floja...