Queremos que nuestros hijos sean lectores.
No hay madre que se muestre desinteresada frente a este tema o que afirme a viva voz que no le interesa que sus hijos lean. ¡Claro que queremos que lean! Entonces, hay que insistir. La lectura no es una "reacción espontánea", ni un proceso físico que se da orgánicamente. No hay nada natural en leer, al menos no en el sentido biológico. La lectura es un acto de la conciencia y disfrutarla no forma parte de la herencia genética, es el resultado del entusiasmo y la constancia de los padres frente al momento de la lectura. Es una acción imitativa: un niño que ve a sus padres con libros en la mano siente curiosidad por ellos.
En el principio fue una historia.
No hay niño que no disfrute de escuchar historias. Ya sean "historias de la boca" (como le llama Camilo a las narraciones orales) o "de los libros". El niño escucha con atención y placer los relatos que capturan su imaginación y lo invitan a re-crear y recrearse. Le gusta sentirse protagonista y disfruta tanto de vivir aventuras como de verse reflejado en las situaciones cotidianas.
"Hay que insistir"
Es un libro se Susana Olaondo que fue uno de los regalos que recibió Camilo en su cuarto cumpleaños. El texto está adornado con grandes ilustraciones que no tienen pretensiones realistas (todo lo contrario, tienen el encanto de los dibujos que hacen los niños) para relatar una historia cercana y simpática, sin convencionalismos. Una historia en la que papá lava los platos y mamá está ocupada corrigiendo exámenes. La historia de Pipe y sus ganas de que le lean un cuento antes de dormir. A partir de este deseo, se desata la fantasía.
Camilo lo adoró. Y lo leyó muchas veces antes de dormir. No hay secreto. Si queremos que lean, hay que insistir. Como la historia me parece simple, divertida y educativa, la comparto y espero que seamos muchos los padres que estamos insistiendo.