Nuestra primera actividad de la semana fue modelar masa de sal. Mientras mamá pensaba en las estrellas, su vástago hacía tortelines. No sé qué mutación extraña se produjo en la traslación genética, pero a mi hijo le gusta cocinar. A mí me gusta comer (apenas reconozco la cocina porque es el espacio de la casa en el que encuentro el microondas) Así que nos complementamos...
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| El cocinero en acción: concentrado en la tarea como si fuera Puglia. |
La masa de sal es económica, maleable, se puede colorear y conservar en la heladera por mucho tiempo. Al secarse -al sol, frente a una estufa o en el horno común- adquiere gran rigidez, por lo cual es apta para artesanías. Como no requiere de conservantes artificiales es mucho más higiénica y ecológica que la comercial Play Doh (las que tenemos niños pequeños sabemos lo odiosos que pueden ser sus pegotes). Además me atrevería a afirmar que es más disfrutable, ya que pueden participar en su elaboración. De esta forma, tomando medidas, manipulando harina y agua, amasando y modelando, nos entretuvimos un par de horas. Mi idea fue hacer estrellas, pintarlas y utlilizarlas como etiquetas para unas bolsas de sorpresas que quiero llevar el viernes al jardín. Ya veremos qué sucede con ellas...